Desde que en 1658 aparece el Orbis sensualium pictus de Comenio hasta prácticamente la mitad del siglo XIX, el libro de texto no sufrirá cambios significativos, pero la mecanización del proceso de impresión y los avances tecnológicos que permiten la reproducción de ilustraciones y fotografías supone una transformación radical.
Desde que en 1658 aparece el Orbis sensualium pictus de Comenio hasta prácticamente la mitad del siglo XIX, el libro de texto no sufrirá cambios significativos, pero la mecanización del proceso de impresión y los avances tecnológicos que permiten la reproducción de ilustraciones y fotografías supone una transformación radical.
La industrialización no sólo influyó en el proceso de edición de los libros, también supuso la necesidad de extender la educación a amplias capas de la población, lo cual obligó a contar con manuales escolares que permitieran instruir a esa nueva clase trabajadora.
Un libro con ilustraciones en color en su interior era algo excepcional hasta hace relativamente poco tiempo. Los primeros manuales en hacer uso del color de manera habitual fueron los de geografía, y sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX el uso de la fotografía en color se generalizó. Posiblemente los libros de texto más comunes que empleaban imágenes en color eran los catecismos, lo que los hacía especialmente atractivos, tanto que aún pervive la expresión “mirar los santos”, cuando se hace una lectura rápida de un libro observando sólo sus ilustraciones.
En el momento actual se están produciendo unos cambios tecnológicos que permiten realizar fotografías de alta calidad con recursos portátiles de coste muy reducido y al alcance de practicamente cualquier persona.
La facilidad de obtención de recursos gráficos lleva, en algunas ocasiones, a un uso inadecuado de los mismos, por ese motivo es aconsejable que antes de incorporar imágenes en los contenidos educativos seguir las pautas que se indican a continuación:
En primer lugar analiza los contenidos educativos que vas a entregarle a tu alumnado y determina que conceptos sería necesario aclarar, ampliar, explicar más detenidamente.
Divide el texto en fragmentos de aproximadamente una página de extensión.
Determina la idea principal de cada uno de esos fragmentos.
Selecciona una imagen para incorporar en cada uno de esos fragmentos.
Las imagenes seleccionadas pueden ser:
Para mostrar un elemento que es difícil encontrar en la realidad próxima. El interior de una fábrica, de un barco, de un avión.
Para mostrar la imagen de alguno de los personajes de los que estás hablando: La fotografía de la escultura de Aristóteles, la imagen de un cuadro de Napoleón.
Para ilustrar cual es el movimiento de una máquina, la composición de un parlamento con los diferentes grupos políticos.
O incluso para “aligerar” un texto especialmente denso con alguna imagen de Grecia si se está hablando de filosofía presocrática.
La facilidad de obtención de fotografías, puede permitirte realizar a ti mismo las que precises para ilustrar tus contenidos educativos, pero es posible que en algunos casos no te resulte fácil obtenerlas o incluso puede ser directamente imposible. En estos casos, existen en la red interesantes repositorios de imágenes que pueden ser empleadas en educación, uno de los más conocidos puede ser el Banco de imágenes y sonidos del Ministerio de Educación, o la amplísima galería de Wikimedia Commons por ejemplo, pero también se pueden emplear algunos servicios que ofrece la red, como Flickr o los Álbumes web de Picasa.