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Evaluación: opciones más allá de los exámenes tradicionales

Escaleras de metacognición, dianas de aprendizaje, rúbricas… Existen alternativas a la evaluación a través de exámenes que tienen en cuenta las competencias de los alumnos y su proceso de aprendizaje. Sin duda, en la actualidad, los exámenes ya no son la única forma para evaluar el progreso de los estudiantes.

¿Qué es?

En cualquier nivel educativo es necesario evaluar los conocimientos que han adquirido los alumnos. No obstante, la nueva Ley de Educación (LOMLOE), que comenzará a implantarse en 2022, modifica la regulación de la evaluación, la promoción y la titulación y fija las pautas para el desarrollo de un modelo de currículo basado en la adquisición de competencias. En consecuencia, los alumnos deberán haber desarrollado una serie de habilidades al finalizar sus estudios obligatorios. En el marco de esta renovación, ¿siguen siendo los exámenes herramientas válidas para evaluar el progreso de los estudiantes?

Alternativas de evaluación

Aunque los exámenes sean el método de evaluación más extendido, cada vez más miembros de la comunidad educativa cuestionan estas pruebas y rechazan la calificación por notas, un proceso que puede generar estrés en los estudiantes y que reduce el proceso de aprendizaje a la superación de una serie de preguntas.

En contraposición, existen otras alternativas de evaluación en las que se analiza el aprendizaje de una manera más holística y que valoran no solo los conceptos teóricos, sino que tienen en cuenta otros factores como el trabajo en equipo o la lógica y que involucran al alumnado, haciéndolo partícipe de su propio progreso. Ejemplo de ello son las dianas de autoevaluación, las rúbricas, dosieres de aprendizaje o técnicas como la escalera de metacognición.

Las dianas de autoevaluación son una herramienta visual que, a través de un gráfico compuesto de círculos concéntricos y separados por líneas rectas en porciones, muestra diferentes tareas o criterios. Estas porciones se van coloreando en función de los resultados positivos, de modo que cuanta más superficie tenga color, mayor es el éxito logrado. Este sistema no se diferencia mucho de las rúbricas. Estas, por lo general, tienen forma de tabla y en ellas también se reflejan los criterios que se utilizan para evaluar una actividad y los niveles de desempeño en cada criterio. De este modo, se especifican las cualidades de una tarea por niveles de ejecución y los aspectos que se quieren valorar.

Otro recurso muy empleado es el dosier de aprendizaje: una colección de materiales, proyectos o actividades que los alumnos recopilan para analizar y evaluar su propio dominio de la materia y el camino que han recorrido.

La escalera de metacognición es otra de las técnicas evaluativas que gira en torno a la capacidad de los alumnos de reflexionar sobre su propio aprendizaje y ser conscientes del mismo. Este sistema permite profundizar en el autoconocimiento a través de una escalera con cuatro peldaños. Cada uno de ellos esconde una pregunta, siendo estas ¿qué he aprendido?, ¿cómo lo he aprendido?, ¿para qué me ha servido?, y ¿en qué otras situaciones puedo utilizar lo aprendido? Para avanzar por la escalera, el estudiante debe ir respondiendo a cada cuestión. Este ejercicio les hará partícipes de su progreso, de los conocimientos que asimilan con mayor facilidad o aquellos en los que necesitan mejorar. Por lo tanto, es un recurso útil para que ellos mismos detecten sus fortalezas y debilidades y apliquen diferentes estrategias.

Oportunidades en el aula

Estos métodos de evaluación tienen diferentes beneficios, tanto para los docentes como para los estudiantes. Pero, ¿cómo se pueden implantar en el aula?

Es importante tener en cuenta que todos ellos comparten unas dinámicas que entienden el aprendizaje no como la memorización de conceptos, sino como la asimilación de los mismos, desde un contexto global en el que influyen otros factores como el trabajo en equipo, la cooperación, el grado de compromiso de cada alumno o el tiempo de estudio empleado.

En este sentido, es más fácil implementar estos métodos de evaluación cuando se emplean metodologías activas en el aula, como el Visual thinking, el aprendizaje basado en proyectos o actividades gamificadas. Todas ellas permiten desarrollar diferentes capacidades de los estudiantes, siendo más sencillo establecer (tanto para docentes como para los propios alumnos) los criterios de evaluación y sus resultados.

Además, otra ventaja a la hora de aplicar estas herramientas es la posibilidad de autoevaluación, ya que permite a los estudiantes ser autónomos en cuestiones de aprendizaje, conocer sus límites y establecer una hoja de ruta para planificar cada asignatura. Estos sistemas alternativos a los exámenes favorecen, además, el intercambio de información, conocimientos y aprendizaje.