El Aprendizaje Basado en Retos (ABR) presenta a los alumnos un problema real de su entorno y les motiva a investigar y trabajar en equipo para buscar una solución. El trabajo colaborativo, la creatividad y el espíritu crítico son capacidades que mejoran notablemente en los estudiantes tras realizar proyectos siguiendo la metodología del ABR. A continuación te contamos en qué consiste.
Que los estudiantes tomen las riendas de su propio aprendizaje con una actitud crítica, reflexiva y cívica es el objetivo del Aprendizaje Basado en Retos (ABR), una metodología activa que motiva a los alumnos a buscar una solución para un problema real de su entorno desde la curiosidad y el análisis.
Aunque la implementación del ABR (en inglés Challenge Based Learning, CBL) se produce sobre todo en las etapas de Educación Secundaria, Formación Profesional y estudios universitarios; gracias a la flexibilidad de esta metodología es posible extender su uso al resto de niveles educativos. Además, una de sus características principales es que fomenta el uso de las tecnologías, web o aplicaciones móviles. Y, por lo general, se utiliza de forma interdisciplinar, de manera que impulsa al alumnado a interactuar con su comunidad en busca de soluciones.
* Puedes ver las características principales del ABR y las interrelaciones con otras metodologías de aprendizaje en la siguiente tabla:
[Podras descargar aquí la tabla completa y en alta calidad]
Para aplicar esta metodología en el aula es necesario seguir una serie de pasos para que el aprendizaje sea consciente y los alumnos tengan una guía:
En cuanto a las consecuencias de aplicar esta metodología en el aula, destaca el hecho de que favorece la implicación de los alumnos y los prepara para el mundo real.
También fomenta el aprendizaje colaborativo, porque los estudiantes investigan juntos sobre un tema en particular, desarrollan la creatividad y fomentan el espíritu crítico. Además, el analizar, diseñar y ejecutar una solución adecuada para el problema planteado, facilita una comprensión más profunda e incentiva un aprendizaje participativo. Por otro lado, desarrollan habilidades comunicativas al explicar su proyecto, al describir todo el recorrido de su trabajo y al compartir las conclusiones a las que han llegado. Y, por último, trabajando con una situación real de su entorno, este tipo de proyectos les conecta con el mundo real.
Para ilustrarlo mejor, veamos algunos casos:
Un ejemplo de puesta en práctica del ABR es el proyecto que ha llevado a cabo un grupo de docentes del Institut Nàutica de Barcelona. Combinando esta metodología con la gamificación han puesto en marcha la iniciativa ‘Play the Game’, un proyecto enmarcado en Educación Física (aunque extrapolable) para alumnos de 2º de ESO, que ayuda a los estudiantes a desarrollar hábitos de vida saludable. Surgen, partiendo de este trabajo, retos cooperativos, individuales, emocionales, tecnológicos y para el tiempo libre; y los alumnos a medida que avanzan con las tareas, obtienen pulseras de distintos colores.
La flexibilidad de esta metodología del ABR permite también que se adapte a la etapa de Primaria y de Educación Infantil. De hecho, la docente de Educación Física Mónika Gómez Kurt en el CEIP El Albero en Mijas-Costa (Málaga) ideó un proyecto ABR con la ayuda de la ‘Patrulla Canina’ para el primer ciclo de Primaria, introduciendo a lo largo del curso diferentes actividades. Para enseñarles conceptos sobre Educación Vial,"Chase", el perro policía de la popular serie de televisión, les presentó a los alumnos el reto de conseguir carnets de ‘patrullaconductor’.
Fuera de nuestras fronteras hay centros que destacan por usar esta metodología en su currículo académico. En el caso de Windward School, en Los Ángeles, California (USA), los alumnos utilizan el ABR para cuidar y mejorar el estado del medioambiente. Utilizan las redes sociales y blogs para compartir las investigaciones y resultados de sus proyectos que realizan siguiendo un método científico y adquieren una conciencia de impacto sobre su comunidad.
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